Bueno, pues como ancha es Castilla y según me dijo una vez un paisano "Asturies ye pequena, pero si la planchas...", como resulta que Galicia está en el medio de las dos, vamos a restringir nuestro viaje a tres zonas. ¡Recordad que parte del encanto de las cosas está en no mostrarlo todo y que así podáis experimentar cuanto y como os plazca!. La primera zona que os quiero mostrar es El Baixo Miño, baste decir que los mejores (y también algunos de los peores) momentos de mi infancia y juventud tuvieron lugar en este rinconcito de Galicia.

HISTORIA. El monasterio de Sta. María de Oia es el edifcio más emblemático del lugar, sin embargo, el núcleo conserva el encanto de un pueblo pesquero con sus estrechas rúas empedradas que discurren entre casas bajas de piedra con balconada. El monasterio fue fundado en el año 1132 por Alfonso VII. En el año 1185 adoptó la reforma cisterciense, siendo luego desamortizado y vendido a particulares en 1835.
FIESTAS Y TRADICIONES. A rapa das bestas, un rito ancestral que perdura a través de los tiempos. En 1567 una gran peste devastó la provincia de Pontevedra. Dice la leyenda que buscando protección contra la enfermedad, dos hermanas ofrecieron dos caballos de su propiedad a San Lourenzo a cambio de auxilio. Una vez pasado el peligro, las dos mujeres cumpliendo su promesa le entregan los animales al párroco de la aldea. Esta pareja de caballos se fue multiplicando por los montes pontevedreses hasta que fue usual la presencia de caballos en libertad. El cabalo galego vive en semi-libertad, siendo trasladados los animales una vez al año a los curros (grandes corrales circulares) para, antes de su venta, sanearlos (cortándoles las crines) y marcar los potros a ferro. La ruta de los curros comienza el primer domingo de junio en la parroquia de Torroña.